miércoles, 31 de diciembre de 2008


Ella es la única que me deja sin palabras. Mi corazón se queda sin latidos al verla pasar. El mundo entero se detiene, para, espera, contempla. Me mira, con esos ojos azul profundo que penetran en mi y esa mirada de hielo que te deja sin aliento. Sonríe, pero su sonrisa hoy es diferente; está triste lo se, solo con ver que lleva con descuido sus dorados hilos de seda amarrados en su cabeza; ella siempre los lleva sueltos para que la suave brisa de otoño los haga bailar. Se que esta triste por que sus labios color carmín hoy solo se ven rojos, por que su andar es más lento y por que sus ojos me lo dicen todo pero ¿qué hacer?, ¿qué puedo yo hacer? Si solo se que cada vez que me mira se me para el corazón. Aun me mira. Todo se detiene; el tiempo se paró. Me dirijo hacia ella decidido a calmar su pena. Le pregunto si esta todo en orden y en ese preciso instante rompe en llanto. Mi corazón, dolido por la escena, se conmueve al ver a la pequeña criatura ahogarse en sus lamentos sin nadie que la consuele, entonces la abrazo y esos hilos que estaban torpemente recogidos en su cabeza se sueltan y todo parece una película; la hermosa chica llorando desconsoladamente abrazada al chico. Y entre tanto lamento y consuelo suena el timbre para entrar a clases, pero nosotros nos escapamos de esa replica de cárcel, a un lugar donde la charla entre dos pares de igual a igual sea cómoda, segura y secreta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario