jueves, 14 de enero de 2010

Lara es la única que me deja sin palabras. Mi corazón se queda sin latidos cuando pasa cerca mio. Elndo entero se detiene; para, espera, contempla. Me mira, con esos ojos azul profundo que penetran en mi y esa mirada de hielo que te deja sin aliento. Sonríe, pero su sonrisa hoy es diferente; está triste lo se, solo con ver que lleva con descuido sus dorados hilos de seda amarrados en su cabeza; ella siempre los lleva sueltos para que la suave brisa de otoño los haga bailar. Sé que esta triste por que sus labios color carmín hoy solo se ven rojos, por que su andar es más lento y por que sus ojos me lo dicen todo pero ¿qué hacer?, ¿qué puedo yo hacer? Si solo se que cada vez que me mira se me para el corazón.

Aún me mira. Todo se detiene; el tiempo paró. Me dirijo hacia ella decidido a calmar su pena. Le pregunto si esta todo en orden y en ese preciso instante rompe en llanto. Mi corazón, dolido por la escena, se conmueve al ver a la pequeña criatura ahogarse en sus lamentos sin nadie que la consuele, entonces la abrazo y esos hilos torpemente recogidos en su cabeza se sueltan y todo parece una película; la hermosa chica llorando desconsoladamente abrazada al chico. Y entre tanto llamento y consuelo suena el timbre para entrar a clases, pero nosotros nos escapamos de esa replica de cárcel, a un lugar donde la charla entre dos pares sea cómoda, segura y secreta.

Cuéntame Lara, ¿por qué lloras?- ya, ya cálmate yo estoy aqui. Nadie te puede lastimar, nadie te puede ver. Volá, volá conmigo- le propongo. -Lo siento, pero me han cortado las alas, ya no se como volar...

Hace días que veo a Lara. Ya no viene a clases, tampoco la encuentro en los rincones de las calles, ni en el parque en el que solíamos caminar hasta el atardecer. Llamé a su casa, me atendió la madre, -lo siento mucho Matías, Lara murió, se suicidó el jueves pasado, se tiró de un cuarto piso y murió camino al hospital. Una lágrima rodó por mi cara, mi corazón dejó de latir desde entonces pero ahora la veo y caminamos juntos por el parque hasta el atardecer; pero nadie nos ve, nadie nos siente.

Volá, volá conmigo.

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